Eclesiastés 5, 18

Además, cuando Dios concede a un hombre riquezas y tesoros, le deja disfrutar de ellos, tomar su porción y holgarse en medio de sus fatigas, esto sí que es don de Dios. No recordará mucho los días de su vida, mientras Dios le llena de alegría el corazón.
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