Eclesiastés 7, 26-28

Y he descubierto que la mujer es más amarga que la muerte, porque es como una red,
su corazón como un lazo,
sus brazos como cadenas:
El que agrada a Dios se libra de ella,
pero el pecador cae en su trampa.
Mira, esto he descubierto —dice Cohélet— tratando de razonar caso por caso: aunque he seguido buscando, nada he encontrado.
Un hombre encontré entre mil,
pero entre todas ellas no encontré una mujer.
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