Ezequiel  12, 1-7


El gesto del deportado.
La palabra de Yahvé se dirigió a mí en estos términos: «Hijo de hombre, tú vives en medio de la casa rebelde: tienen ojos para ver y no ven, oídos para oír y no oyen, porque son una casa rebelde. Ahora, pues, hijo de hombre, prepárate un equipo de deportado y sal deportado en pleno día, a sus propios ojos. Saldrás del lugar en que te encuentras hacia otro lugar, ante sus ojos. Acaso vean que son una casa rebelde. Arreglarás tu equipo como un equipo de deportado, de día, ante sus ojos. Y saldrás por la tarde, ante sus ojos, como salen los deportados. Haz a vista de ellos un agujero en la pared, por donde saldrás. A sus ojos, cargarás con tu equipaje a la espalda y saldrás en la oscuridad; te cubrirás el rostro para no ver la tierra, porque yo he hecho de ti un símbolo para la casa de Israel.»
Yo hice como se me había ordenado; preparé de día mi equipo, como un equipo de deportado, y por la tarde hice un agujero en la pared con la mano. Y salí en la oscuridad, cargando con el equipaje a mis espaldas, ante sus ojos.
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