Ezequiel  17, 3-10

Dirás: Así dice el Señor Yahvé:
El águila grande, de grandes alas,
de enorme envergadura,
de espeso plumaje abigarrado,
vino al Líbano
y cortó la cima del cedro;
arrancó la punta más alta de sus ramas,
la llevó a un país de mercaderes
y la colocó
en una ciudad de comerciantes.
Luego, tomó de la semilla de la tierra
y la puso en un campo de siembra;
junto a una corriente
de agua abundante
la colocó como un sauce.
Y brotó y se hizo una vid desbordante,
de pequeña talla,
que volvió sus ramas hacia el águila,
mientras sus raíces estaban bajo ella.
Se hizo una vid,
echó cepas y alargó sarmientos.
Había otra águila grande,
de grandes alas, de abundante plumaje,
y he aquí que esta vid tendió sus raíces hacia ella,
hacia ella alargó sus ramas,
para que la regase
desde el terreno donde estaba plantada.
En campo fértil, junto a una corriente de agua abundante,
estaba plantada,
para echar ramaje y dar fruto,
para hacerse una vid magnífica.
Di: Así dice el Señor Yahvé:
¿Prosperará?
¿No arrancará sus raíces el águila,
no cortará sus frutos,
de suerte que se sequen
todos los brotes tiernos que eche,
sin que sea menester
brazo grande ni pueblo numeroso
para arrancarla de raíz?
Vedla ahí plantada,
¿prosperará tal vez?
Al soplar el viento del este,
¿no se secará totalmente?
En el terreno en que brotó, se secará.»
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