Ezequiel  18, 10-20

«Si éste engendra un hijo violento y sanguinario, que hace alguna de estas cosas que él mismo no había hecho, un hijo que come en los montes, contamina a la mujer de su prójimo, oprime al pobre y al indigente, comete rapiñas, no devuelve la prenda, alza sus ojos a las basuras, comete abominación, presta con usura y cobra intereses, éste no vivirá en modo alguno después de haber cometido todas estas abominaciones; morirá sin remedio, y su sangre recaerá sobre él.
«Y si éste, a su vez, engendra un hijo que ve todos los pecados que ha cometido su padre, que los ve sin imitarlos, que no come en los montes ni alza sus ojos a las basuras de la casa de Israel, no contamina a la mujer de su prójimo, no oprime a nadie, no guarda la prenda, no comete rapiñas, da su pan al hambriento, viste al desnudo, aparta su mano de la injusticia, no presta con usura, ni cobra intereses, practica mis normas y se conduce según mis preceptos, éste no morirá por la culpa de su padre, vivirá sin duda. Su padre, porque fue violento, cometió rapiñas y no obró bien en medio de su pueblo, por eso morirá a causa de su culpa. Y vosotros decís: “¿Por qué no carga el hijo con la culpa de su padre?” Pero el hijo ha practicado el derecho y la justicia, ha observado todos mis preceptos y los ha puesto en práctica: vivirá sin duda. El que peque es quien morirá; el hijo no cargará con la culpa de su padre, ni el padre con la culpa de su hijo: al justo se le imputará su justicia y al malvado su maldad.
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