Ezequiel  21, 9-17

Para extirpar de ti al justo y al malvado va a salir mi espada de la vaina, contra toda carne, desde el Negueb hasta el Norte. Y todo el mundo sabrá que yo, Yahvé, he sacado mi espada de la vaina; no será envainada.
«Y tú, hijo de hombre, lanza gemidos, con corazón quebrantado. Lleno de amargura, lanzarás gemidos ante sus ojos. Y si acaso te dicen: “¿Por qué esos gemidos?”, dirás: “Por causa de una noticia a cuya llegada todos los corazones desfallecerán, desmayarán todos los brazos, todos los espíritus se amilanarán, y todas las rodillas se irán en agua”. Ved que ya llega; es cosa hecha, oráculo del Señor Yahvé.»
La palabra de Yahvé se dirigió a mí en estos términos: «Hijo de hombre, profetiza.
Dirás: Así dice el Señor. Di:
¡Espada, espada!
Afilada está, bruñida.
Para la matanza está afilada,
para centellear está bruñida...
Se la ha hecho bruñir para empuñarla;
ha sido afilada la espada,
ha sido bruñida
para ponerla en mano de matador.
Grita, da alaridos, hijo de hombre,
porque está destinada a mi pueblo,
a todos los príncipes de Israel
destinados a la espada con mi pueblo.
Por eso golpéate el pecho,
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