Ezequiel  22, 6-18

Ahí están dentro de ti los príncipes de Israel, cada uno según su poder, sólo ocupados en derramar sangre. En ti se desprecia al padre y a la madre, en ti se maltrata al forastero residente, en ti se oprime al huérfano y a la viuda. No tienes respeto a mis cosas sagradas, profanas mis sábados. Hay en ti gente que calumnia para verter sangre. En ti se come en los montes, y se comete infamia. En ti se descubre la desnudez del propio padre, en ti se hace violencia a la mujer en estado de impureza. Uno comete abominación con la mujer de su prójimo, el otro se contamina de manera infame con su nuera, otro hace violencia a su hermana, la hija de su propio padre; en ti se acepta soborno para derramar sangre; tomas a usura e interés, explotas a tu prójimo con violencia, y te has olvidado de mí, oráculo del Señor Yahvé.
«Mira, yo voy a batir palmas a causa de los actos de pillaje que has cometido y de la sangre que corre en medio de ti. ¿Podrá tu corazón resistir y tus manos seguir firmes el día en que yo actúe contra ti? Yo, Yahvé, he hablado y lo haré. Te dispersaré entre las naciones, te esparciré por los países, borraré la impureza que hay en medio de ti, por ti misma te verás profanada a los ojos de las naciones, y sabrás que yo soy Yahvé.»
La palabra de Yahvé se dirigió a mí en estos términos: «Hijo de hombre, la casa de Israel se me ha convertido en escoria; todos son cobre, estaño, hierro, plomo, en medio de un horno; ¡escoria son!
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