Ezequiel  25, 1-11


II. Oráculos contra las naciones
Contra los amonitas.
La palabra de Yahvé se dirigió a mí en estos términos: «Hijo de hombre, vuelve tu rostro hacia los amonitas y profetiza contra ellos. Dirás a los amonitas: Escuchad la palabra del Señor Yahvé. Así dice el Señor Yahvé:
Por haber dicho: “¡Ja, ja!” sobre mi santuario cuando era profanado, sobre la tierra de Israel cuando era devastada y sobre la casa de Judá cuando marchaba al destierro, por eso, voy a entregarte en posesión a los hijos de Oriente; emplazarán en ti sus campamentos, y pondrán en ti sus tiendas; ellos comerán tus frutos y ellos beberán tu leche. Yo haré de Rabá un establo de camellos, y de las ciudades de Amón un redil de ovejas. Y sabréis que yo soy Yahvé.»
Así dice el Señor Yahvé:
«Por haber batido palmas y haber pataleado, por haberte alegrado, con todo tu desprecio y animosidad, a costa de la tierra de Israel, por eso, voy a extender mi mano contra ti y te entregaré al saqueo de las naciones, te extirparé de entre los pueblos y te exterminaré de entre los países. Te destruiré, y sabrás que yo soy Yahvé.»

Contra Moab.
Así dice el Señor Yahvé:
«Porque Moab y Seír han dicho: “Mirad, la casa de Judá es igual que todas las naciones”, por eso, voy a abrir las espaldas de Moab y a destruir de un extremo al otro sus ciudades, las joyas de ese país, Bet Yesimot, Baal Meón, Quiriatáin. A los hijos de Oriente, además de los amonitas, la entrego en posesión, para que no se recuerde más entre las naciones. Haré justicia de Moab, y se sabrá que yo soy Yahvé.»
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