Ezequiel  3, 17-21

«Hijo de hombre, te he constituido centinela de la casa de Israel. Cuando oigas una palabra de mi boca, les darás la alarma de mi parte. Cuando yo diga al malvado: “Vas a morir”, si tú no le das la alarma, si no le hablas para advertir al malvado que abandone su mala conducta y viva, él, el malvado, morirá por su culpa, pero de su sangre te pediré cuentas a ti. Pero si tú adviertes al malvado y él no se aparta de su maldad y de su mala conducta, él morirá por su culpa, pero tú habrás salvado tu vida.
Y si el justo se aparta de su justicia y comete injusticia, yo pondré un obstáculo ante él y morirá; por no haberle advertido tú, morirá por su pecado y no se recordará la justicia que había practicado, pero de su sangre te pediré cuentas a ti. Pero si tú adviertes al justo que no peque, y él no peca, ciertamente vivirá él por haber sido advertido, y tú habrás salvado tu vida.»
Ver contexto