Ezequiel  35, 5-12

Por haber alimentado un odio eterno y haber entregado a la espada a los hijos de Israel el día de su desastre, el día de su última culpa, por eso, por mi vida, oráculo del Señor Yahvé, que yo te dejaré en sangre y la sangre te perseguirá. Sí, eres rea de sangre, ¡y la sangre te perseguirá! Haré de la montaña de Seír una soledad desolada, y extirparé de allí al que va y al que viene. Llenaré de víctimas sus montes; en tus colinas, en tus valles y en todos tus barrancos, caerán las víctimas de la espada. Te convertiré en soledades eternas, tus ciudades no volverán a ser habitadas, y sabréis que yo soy Yahvé.
«Por haber dicho tú: “Las dos naciones, los dos países son míos, vamos a tomarlos en posesión”, siendo así que Yahvé estaba allí, por eso, por mi vida, oráculo del Señor Yahvé, que procederé con la misma cólera y los mismos celos con que tú has procedido en tu odio contra ellos, y me daré a conocer, por ellos, cuando te castigue. Sabrás que yo, Yahvé, he oído todos los insultos que lanzabas contra los montes de Israel diciendo: “Están devastados, nos han sido entregados como pasto.”
Ver contexto