Ezequiel  4, 9-17

«Y tú, toma trigo, cebada, habas, lentejas, mijo y espelta: ponlo en una misma vasija y haz con ello tu pan. Durante todo el tiempo que estés acostado de un lado —trescientos noventa días— comerás de ello. El alimento que comas estará tasado: veinte siclos por día, que comerás a hora fija. También tendrás racionada el agua: beberás la sexta parte de un sextario a hora fija. Comerás una galleta de cebada que cocerás delante de ellos sobre excrementos humanos.» Y dijo Yahvé: «Así comerán los israelitas su alimento impuro en medio de las naciones donde yo los arrojaré.» Yo dije entonces: «¡Ah, Señor Yahvé!, mi alma no está impura. Desde mi infancia hasta el presente jamás he comido bestia muerta o despedazada, ni entró en mi boca carne contaminada.»
Él me dijo: «Bien, en lugar de excrementos humanos te permito usar boñigas de buey para que hagas sobre ellas tu pan.» Luego me dijo: «Hijo de hombre, he aquí que yo voy a destruir la provisión de pan en Jerusalén: comerán el pan tasado y con angustia, y el agua la beberán racionada y con ansiedad, para que al faltar pan y agua desfallezcan unos y otros y se consuman por sus culpas.
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