Ezequiel  8, 3-5

Alargó una especie de mano y me agarró por los cabellos; el espíritu me elevó entre el cielo y la tierra y me llevó a Jerusalén, en visiones divinas, a la puerta septentrional del atrio interior, allí donde se alza el ídolo de los celos, que provoca los celos. Y allí estaba la gloria del Dios de Israel; con el mismo aspecto que yo la había visto en la vega. Él me dijo: «Hijo de hombre, mira hacia el norte.» Miré hacia el norte y vi que al norte del pórtico del altar estaba este ídolo de los celos, a la entrada.
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