Filipenses 2, 25-30

Entretanto, he juzgado necesario devolveros a Epafrodito, mi hermano, colaborador y compañero de armas, enviado vuestro y encargado para atenderme en mis necesidades, pues estaba añorándoos a todos vosotros y angustiado porque os habéis enterado de que estaba enfermo. Es cierto que estuvo enfermo y a la muerte. Pero Dios se compadeció de él; y no sólo de él, sino también de mí, para que no tuviese yo tristeza sobre tristeza. Así pues, lo envío inmediatamente para que viéndole de nuevo os llenéis de alegría y yo quede aliviado en mi tristeza. Recibidle, pues, en el Señor con toda alegría, y tened en estima a hombres como él, porque, por la obra de Cristo, ha estado a la muerte, arriesgando su vida para compensar vuestra ausencia en servicio mío.
Ver contexto