Habacuc  2, 5-18


II. Maldiciones contra el opresor
Preludio.
¡Ciertamente es traidora la riqueza!
¡Es hombre fatuo y nada conseguirá
el que abre sus fauces como el Seol;
como la muerte, él nunca se sacia,
reúne para sí a las naciones,
acapara para sí los pueblos todos!
¿No pronunciarán todos éstos contra él
sátiras, adivinanzas y enigmas?
Dirán:
Las cinco imprecaciones.

I
¡Ay del que se enriquece con lo ajeno
(¿hasta cuándo?)
y se carga de prendas empeñadas!
Vendrán de repente tus acreedores,
se despertarán tus vejadores,
te convertirás en su presa.
Por haber saqueado a naciones numerosas,
serás saqueado por el resto de los pueblos,
por tus crímenes, por la violencia al país,
a la ciudad y a todos los que la habitan.

II
¡Ay de quien saca ganancia
inmoral para su casa,
para poner su nido en lo alto
y escapar a la garra del mal!
¡Planeaste la deshonra de tu casa:
al derribar a tantas naciones,
tú mismo te malogras!
Porque la piedra grita desde el muro,
y la viga de madera le responde.

III
¡Ay de quien construye con sangre una ciudad,
y funda un pueblo en la injusticia!
¿No decide Yahvé Sebaot
que los pueblos se fatiguen para el fuego
y las gentes se agoten para nada?
¡Pues la tierra acabará llenándose
del conocimiento de la gloria de Yahvé,
como las aguas llenan el mar!


IV
¡Ay del que emborracha a sus vecinos,
y les añade su droga hasta embriagarlos,
para mirar después su desnudez!
¡Te has saciado de ignominia, no de gloria!
¡Bebe también y enseña tu prepucio!
¡Te pasa la copa la diestra de Yahvé,
y la ignominia superará a tu gloria!
Pues la violencia hecha al Líbano te cubrirá
y la matanza de animales te aterrará,
(por tus crímenes, por la violencia al país,
a la ciudad y a todos los que la habitan).

V
(19) ¡Ay de quien dice al madero: «Despierta»,
«Levántate», a la piedra que no habla!
¿Podrán transmitir un oráculo?
¡Aunque están cubiertos de oro y plata,
no hay un soplo de vida en su interior!
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