Hechos 11, 22-30

La noticia de esto llegó a oídos de la iglesia de Jerusalén y enviaron a Bernabé a Antioquía. Cuando llegó y vio el don de Dios se alegró y exhortaba a todos a permanecer unidos al Señor, con firme propósito, porque era un hombre bueno, lleno de Espíritu Santo y de fe. Y una considerable multitud se agregó al Señor. Partió para Tarso en busca de Saulo, y en cuanto le encontró le llevó a Antioquía. Estuvieron juntos durante un año entero en aquella iglesia e instruyeron a una gran muchedumbre. En Antioquía fue donde, por primera vez, los discípulos recibieron el nombre de «cristianos».
Bernabé y Saulo, delegados para ir a Jerusalén.
Por estos mismos días bajaron unos profetas de Jerusalén a Antioquía. Uno de ellos, llamado Ágabo, movido por el Espíritu, se levantó y profetizó que vendría una gran hambre sobre toda la tierra; es la que hubo en tiempo de Claudio. Los discípulos determinaron enviar algunos recursos, según las posibilidades de cada uno, para los hermanos que vivían en Judea. Así lo hicieron y se los enviaron a los presbíteros por medio de Bernabé y de Saulo.
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