Hechos 28, 3-6

Pablo había reunido una brazada de ramas secas; al ponerla sobre la hoguera, una víbora, que salía huyendo del calor, hizo presa en su mano. Los nativos, cuando vieron el animal colgado de su mano, se decían unos a otros: «Este hombre es seguramente un asesino; ha escapado del mar, pero la justicia divina no le deja vivir.» Pero él sacudió el animal sobre el fuego y no sufrió daño alguno. Ellos estaban esperando que se hincharía o que caería muerto de repente; pero después de esperar largo tiempo y viendo que no le ocurría nada anormal, cambiaron de parecer y empezaron a decir que era un dios.
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