Hechos 5, 18-24

echaron mano a los apóstoles y los metieron en prisión públicamente. Pero el ángel del Señor, por la noche, abrió las puertas de la cárcel, los sacó y les dijo: «Id, presentaos en el Templo y comunicad al pueblo todo lo referente a esta Vida.» Obedecieron, y al amanecer entraron en el Templo y se pusieron a enseñar.

Comparecen ante el Sanedrín.
Llegó el sumo sacerdote con los suyos, convocaron el Sanedrín, es decir, todo el Senado de los hijos de Israel, y enviaron a buscarlos a la prisión. Cuando llegaron los alguaciles, no los encontraron en la cárcel; volvieron a darles cuenta y les dijeron: «Hemos hallado la prisión cerrada con todo cuidado y a los guardias firmes ante las puertas; pero, cuando abrimos, no encontramos a nadie dentro.» Cuando oyeron esto, tanto el jefe de la guardia del Templo como los sumos sacerdotes se preguntaban perplejos qué podía significar aquello.
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