Hebreos 10, 4-10

pues es imposible que la sangre de toros y cabras borre los pecados. Por eso, al entrar en este mundo, dice:
Sacrificio y oblación no quisiste; pero me has formado un cuerpo. Holocaustos y sacrificios por el pecado no te agradaron. Entonces dije: ¡He aquí que vengo
—pues de mí está escrito en el rollo del libro—
a hacer, oh Dios, tu voluntad!
Dice primero: Sacrificios y oblaciones y holocaustos y sacrificios por el pecado no los quisiste ni te agradaron —cosas todas ofrecidas conforme a la Ley— entonces —añade—: He aquí que vengo a hacer tu voluntad. Abroga lo primero para establecer lo segundo. En virtud de esa voluntad quedamos santificados, merced a la oblación de una vez para siempre del cuerpo de Jesucristo.
Ver contexto