Hebreos 12, 18-25


Las dos alianzas.
No os habéis acercado a una realidad palpable: fuego ardiente, oscuridad, tinieblas, huracán, toque de trompeta y a un sonido de palabras tal, que suplicaron los que lo oyeron no se les hablara más. Es que no podían soportar esta orden: El que toque el monte, aunque sea un animal, será lapidado. Tan terrible era el espectáculo, que el mismo Moisés dijo: Espantado estoy y temblando. Vosotros, en cambio, os habéis acercado al monte Sión, ciudad del Dios vivo, la Jerusalén celestial, y a miriadas de ángeles, reunión solemne, y a la asamblea de los primogénitos inscritos en los cielos, y a Dios, juez universal, y a los espíritus de los justos llegados ya a su perfección, y a Jesús, mediador de una nueva alianza, y a la aspersión purificadora de una sangre que habla más fuerte que la de Abel. Guardaos de rechazar al que os habla; pues si los que rechazaron al que promulgaba oráculos en la tierra no escaparon al castigo, mucho menos nosotros, si nos apartamos del que nos habla desde el cielo.
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