Hebreos 4, 14-16


Retorno al tema sacerdotal.
Teniendo, pues, un gran sumo sacerdote, que penetró los cielos —Jesús, el Hijo de Dios— mantengamos nuestra confesión de fe. Pues no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras flaquezas, ya que ha sido probado en todo como nosotros, excepto en el pecado. Acerquémonos, por tanto, confiadamente al trono de gracia, a fin de alcanzar misericordia y hallar la gracia de un auxilio oportuno.
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