Hebreos 9, 23-24

Así pues, si es necesario que las figuras de las realidades celestiales sean purificadas de esa manera, también lo es que las realidades celestiales se purifiquen pero con sacrificios más excelentes que aquéllas. Pues bien, Cristo no entró en un santuario hecho por mano humana, en una reproducción del verdadero, sino en el mismo cielo, para presentarse ahora ante el acatamiento de Dios en favor nuestro,
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