Isaías 1, 10-20


Contra la hipocresía.
Oíd una palabra de Yahvé,
regidores de Sodoma.
Escuchad una instrucción de nuestro Dios,
pueblo de Gomorra.
«¿A mí qué, tanto sacrificio vuestro?
—dice Yahvé—.
Harto estoy de holocaustos de carneros,
de sebo de cebones;
y sangre de novillos y machos cabríos no me agrada,
cuando venís a presentaros ante mí.
¿Quién ha solicitado de vosotros
esa pateadura de mis atrios?
No sigáis trayendo oblación vana:
el humo del incienso me resulta detestable.
Novilunio, sábado, convocatoria:
no tolero falsedad y solemnidad.
Vuestros novilunios y solemnidades aborrece mi alma:
me han resultado un gravamen
que me cuesta llevar.
Y al extender vosotros vuestras palmas,
me tapo los ojos por no veros.
Aunque menudeéis la plegaria,
yo no oigo.
Vuestras manos están de sangre llenas:
lavaos, limpiaos,
quitad vuestras fechorías de delante de mi vista,
desistid de hacer el mal,
aprended a hacer el bien,
buscad lo justo,
dad sus derechos al oprimido,
haced justicia al huérfano,
abogad por la viuda.
Venid, pues, y disputemos
—dice Yahvé—:
Así fueren vuestros pecados como la grana,
cual la nieve blanquearán.
Y así fueren rojos como el carmesí,
cual la lana quedarán.
Si aceptáis obedecer,
lo bueno de la tierra comeréis.
Pero si rehusando os oponéis,
por la espada seréis devorados,
que ha hablado la boca de Yahvé.
Ver contexto