Isaías 3, 1-9


La anarquía en Jerusalén.
Pues he aquí que el Señor Yahvé Sebaot está quitando de Jerusalén y de Judá
todo sustento y apoyo:
(todo sustento de pan y todo sustento de agua);
el valiente y el guerrero, el juez y el profeta,
el augur y el anciano,
el jefe de escuadra y el favorito,
el consejero, el sabio hechicero y el hábil encantador.
Les daré mozos por jefes,
y mozalbetes los dominarán.
Querrá mandar la gente, cada cual en cada cual, los unos a los otros,
y cada cual en su compañero.
Se revolverá el mozo contra el anciano,
y el vil contra el hombre de peso.
Pues agarrará uno a su hermano,
al de su mismo apellido, diciéndole:
«Túnica gastas: príncipe nuestro seas,
toma a tu cargo esta ruina.»
Pero el otro exclamará aquel día:
«No seré vuestro médico;
en mi casa no hay pan ni túnica,
no me pongáis por príncipe del pueblo.»
Así que tropezó Jerusalén,
y Judá ha caído;
pues sus lenguas y sus fechorías a Yahvé han llegado,
irritando los ojos de su majestad.
La expresión de su rostro les denuncia,
y sus pecados como Sodoma manifiestan,
no se ocultan.
¡Ay de ellos,
porque han merecido su propio mal!
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