Isaías 37, 9-36

porque había recibido esta noticia acerca de Tirhacá, rey de Cus: «Ha salido a guerrear contra ti.»
Segundo relato de la intervención de Senaquerib.
Senaquerib volvió a enviar mensajeros para decir a Ezequías: «Así hablaréis a Ezequías, rey de Judá: No te engañe tu Dios en el que confías pensando: “No será entregada Jerusalén en manos del rey de Asiria”. Bien has oído lo que los reyes de Asiria han hecho a todos los países, entregándolos al anatema, ¡y tú te vas a librar! ¿Acaso los dioses de las naciones salvaron a aquellos que mis padres aniquilaron, a Gozán, a Jarán, a Résef, a los edenitas que estaban en Tel Basar? ¿Dónde está el rey de Jamat, el rey de Arpad, el rey de Laír, de Sefarváin, de Hená y de Avá?»
Ezequías tomó la carta de manos de los mensajeros y la leyó. Luego subió al templo de Yahvé y Ezequías la desenrolló ante Yahvé. Hizo Ezequías esta plegaria ante Yahvé: «Yahvé Sebaot, Dios de Israel, que estás sobre los Querubines, tú sólo eres Dios en todos los reinos de la tierra, tú el que has hecho los cielos y la tierra.
«Tiende, Yahvé, tu oído y escucha;
abre, Yahvé, tus ojos y mira.
Oye las palabras con que Senaquerib
ha enviado a insultar al Dios vivo.
Es verdad, Yahvé, que los reyes de Asiria han exterminado a todas las naciones y su territorio, y han entregado sus dioses al fuego, porque ellos no son dioses, sino hechuras de mano de hombre, de madera y de piedra, y por eso han sido aniquilados. Ahora, pues, Yahvé, Dios nuestro, sálvanos de su mano, y sabrán todos los reinos de la tierra que sólo tú eres Dios, Yahvé.»

Intervención de Isaías.
Isaías, hijo de Amós, envió a decir a Ezequías: «Así dice Yahvé, Dios de Israel, a quien has suplicado acerca de Senaquerib, rey de Asiria. Ésta es la palabra que Yahvé pronuncia contra él:
Ella te desprecia, ella te hace burla,
la virgen hija de Sión.
Mueve la cabeza a tus espaldas
la hija de Jerusalén.
¿A quién has insultado y blasfemado?
¿Contra quién has alzado tu voz
y levantas tus ojos altaneros?
¡Contra el Santo de Israel!
Por tus siervos insultas a Adonay
y dices: “Con mis muchos carros
subo a las cumbres de los montes,
a las laderas del Líbano,
derribo la altura de sus cedros,
la flor de sus cipreses,
alcanzo el postrer de sus refugios, su jardín del bosque.
Yo he cavado y bebido
en extranjeras aguas.
Secaré bajo la planta de mis pies
todos los Nilos del Egipto.”
¿Lo oyes bien? Desde antiguo
lo tengo preparado;
desde viejos días lo había planeado,
ahora lo ejecuto.
Tú has convertido en cúmulos de ruinas
las fuertes ciudades.
Sus habitantes, de débiles manos,
confusos y aterrados, son planta del campo,
verdor de hierba,
hierba de tejados, pasto quemado
por el viento de Oriente.
Si te alzas o te sientas, si sales o entras,
yo lo sé;
(y que te alzas airado contra mí).
Pues que te alzas airado contra mí
y tu arrogancia ha subido a mis oídos,
voy a poner mi anillo en tus narices,
mi brida en tu boca,
y voy a devolverte por la ruta
por la que has venido.

La señal para Ezequías.
La señal será ésta:
Este año se comerá lo que rebrote,
lo que nazca de sí al año siguiente.
Al año tercero sembrad y segad,
plantad las viñas y comed su fruto.
El resto que se salve de la casa de Judá
echará raíces por debajo
y fruto en lo alto.
Pues saldrá un Resto de Jerusalén,
y supervivientes del monte Sión;
el celo de Yahvé Sebaot lo hará.

Oráculo sobre Asiria.
Por eso, así dice Yahvé del rey de Asiria:
No entrará en esta ciudad,
no lanzará flechas en ella,
no le opondrá escudo,
ni alzará en contra de ella empalizada.
Volverá por la ruta que ha traído.
No entrará en esta ciudad,
oráculo de Yahvé.
Yo protegeré a esta ciudad para salvarla,
por quien soy y por mi siervo David.»

Castigo de Senaquerib.
Aquella misma noche salió el Ángel de Yahvé e hirió en el campamento asirio a ciento ochenta y cinco mil hombres; a la hora de despertarse, por la mañana, no había más que cadáveres.
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