Isaías 42, 1-12


Canto primero del Siervo de Yahvé.
He aquí mi siervo a quien yo sostengo,
mi elegido en quien se complace mi alma.
He puesto mi espíritu sobre él:
dictará ley a las naciones.
No vociferará ni alzará el tono,
y no hará oír en la calle su voz.
Caña quebrada no partirá,
y mecha mortecina no apagará.
Lealmente hará justicia;
no desmayará ni se quebrará
hasta implantar en la tierra el derecho,
y su instrucción atenderán las islas.
Así dice el Dios Yahvé,
el que crea los cielos y los extiende,
el que hace firme la tierra y lo que en ella brota,
el que da aliento al pueblo que hay en ella,
y espíritu a los que por ella andan.
Yo, Yahvé, te he llamado en justicia,
te así de la mano, te formé,
y te he destinado a ser alianza del pueblo y luz de las gentes,
para abrir los ojos ciegos,
para sacar del calabozo al preso,
de la cárcel a los que viven en tinieblas.
Yo, Yahvé, ése es mi nombre,
mi gloria a otro no cedo,
ni mi prez a los ídolos.
Las cosas de antes ved que vinieron.
Otras nuevas yo os anuncio;
antes de que broten os las hago oír.

Himno de victoria.
Cantad a Yahvé un cántico nuevo,
su loor desde los confines de la tierra.
Que le cante el mar y cuanto contiene,
las islas y sus habitantes.
Alcen la voz el desierto y sus ciudades,
las explanadas en que habita Quedar.
Aclamen los habitantes de Petra,
desde la cima de los montes vociferen.
Den gloria a Yahvé,
su loor en las islas publiquen.
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