Isaías 46, 1-7


Caída de Babilonia.
Bel se desploma, Nebo se derrumba,
sus ídolos van sobre animales y bestias de carga;
llevados como fardos sobre un animal desfallecido.
Se derrumbaron, se desplomaron todos,
no pudieron salvar la carga;
ellos mismos van cautivos.
Escuchadme, casa de Jacob,
y todos los supervivientes de la casa de Israel,
los que habéis sido transportados desde el seno,
llevados desde el vientre materno.
Hasta vuestra vejez, yo seré el mismo,
hasta que se os vuelva el pelo blanco, yo os llevaré.
Ya lo tengo hecho, yo me encargaré,
yo me encargo de ello, yo os salvaré.
¿A quién me podréis asemejar o comparar?
¿A quién me asemejaréis para que seamos parecidos?
Sacan el oro de sus bolsas,
pesan la plata en la balanza,
y pagan a un orfebre para que les haga un dios,
al que adoran y ante el cual se postran.
Se lo cargan al hombro y lo transportan,
lo colocan en su sitio y allí se queda.
No se mueve de su lugar.
Hasta llegan a invocarle, mas no responde,
no salva de la angustia.
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