Isaías 49, 14-21

Pero dice Sión: «Yahvé me ha abandonado,
el Señor me ha olvidado.»
—¿Acaso olvida una mujer a su niño de pecho,
sin compadecerse del hijo de sus entrañas?
Pues aunque ésas llegasen a olvidar,
yo no te olvido.
Míralo, en las palmas de mis manos te tengo tatuada,
tus muros están ante mí perpetuamente.
Apresúrense los que te reedifican,
y salgan de ti los que te arruinaron y demolieron.
Alza en torno los ojos y mira:
todos ellos se han reunido y han venido a ti.
¡Por mi vida! —oráculo de Yahvé—
que con todos ellos como con velo nupcial te vestirás,
y te ceñirás con ellos como una novia.
Porque tus ruinas y desolaciones
y tu tierra arrasada
van a ser ahora demasiado estrechas para tanto morador,
y se habrán alejado tus devoradores.
Todavía te dirán al oído
los hijos de que fuiste privada:
«El lugar es estrecho para mí.
Cédeme sitio para alojarme.»
Y dirás para ti misma:
«¿Quién me ha dado a luz a éstos?
Pues yo había quedado sin hijos y estéril,
desterrada y aparte;
y a éstos ¿quién los crió?
He aquí que yo había quedado sola;
pues éstos ¿dónde estaban?»
Ver contexto