Isaías 54, 1-6


La revancha de Jerusalén.
Grita de júbilo, estéril que no das a luz,
rompe en gritos de júbilo y alegría, la que no ha tenido los dolores;
que más son los hijos de la abandonada
que los hijos de la casada, dice Yahvé.
Ensancha el espacio de tu tienda,
las cortinas extiende, no te detengas;
alarga tus sogas, tus clavijas asegura;
porque a derecha e izquierda te expandirás,
tu prole heredará naciones
y ciudades desoladas poblará.
No temas, que no te avergonzarás,
ni te sonrojes, que no quedarás confundida,
pues la vergüenza de tu mocedad olvidarás,
y la afrenta de tu viudez no recordarás jamás.
Porque tu esposo es tu Hacedor,
Yahvé Sebaot es su nombre;
y el que te rescata, el Santo de Israel,
Dios de toda la tierra se llama.
Porque como a mujer abandonada
y de contristado espíritu, te llamó Yahvé;
y la mujer de la juventud ¿es repudiada?
—dice tu Dios—.
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