Isaías 57, 14-21


La salvación para los débiles.
Entonces se dirá:
Reparad, reparad, abrid camino,
quitad los obstáculos del camino de mi pueblo.
Que así dice el Excelso y Sublime,
el que mora por siempre
y cuyo nombre es Santo.
«En lo excelso y sagrado yo moro,
y estoy también con el humillado y abatido de espíritu,
para avivar el espíritu de los abatidos,
para avivar el ánimo de los humillados.
Pues no disputaré por siempre
ni estaré eternamente enojado,
pues entonces el espíritu ante mí desmayaría
y las almas que yo he creado.
Por culpa de su codicia me enojé
y le herí, ocultándome en mi enojo.
Pero el rebelde seguía su capricho.
Sus caminos vi.
Yo le curaré y le guiaré,
y le daré ánimos
a él y a los que con él lloraban,
poniendo alabanza en los labios:
¡Paz, paz al de lejos y al de cerca!
—dice Yahvé—. Yo le curaré.»
Los malos son como mar agitada
cuando no puede calmarse,
cuyas aguas lanzan cieno y lodo.
«No hay paz para los malvados» —dice mi Dios—.
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