Isaías 63, 3-6

—El lagar he pisado yo solo;
de mi pueblo no hubo nadie conmigo.
Los pisé con ira,
los pateé con furia,
y salpicó su sangre mis vestidos,
y toda mi vestimenta he manchado.
¡Era el día de la venganza que tenía pensada,
el año de mi desquite era llegado!
Miré bien y no había auxiliador;
me asombré de que no hubiera quien apoyase.
Así que me salvó mi propio brazo,
y fue mi furia la que me sostuvo.
Pisoteé a pueblos en mi ira,
los pisé con furia
e hice correr por tierra su sangre.
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