Isaías 64, 8-11

No te irrites, Yahvé, demasiado,
ni para siempre recuerdes la culpa.
Ea, mira, todos nosotros somos tu pueblo.
Tus ciudades santas han quedado desiertas,
Sión desierta ha quedado, Jerusalén desolada.
Nuestro templo santo y glorioso,
en donde te alabaron nuestros padres,
ha parado en hoguera de fuego,
y todas nuestras cosas más queridas
han parado en ruinas.
¿Es que ante esto te endurecerás, Yahvé,
callarás y nos humillarás sin medida?
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