Jeremías  17, 5-11


Máximas de sabiduría.
Así dice Yahvé:
Maldito quien se fía del hombre,
y hace de la carne su apoyo,
y de Yahvé se aparta en su corazón.
Es como el tamarisco en la Arabá,
y no verá el bien cuando viniere.
Vive en los sequedales del desierto,
en saladar inhabitable.
Bendito quien se fía de Yahvé,
pues no defraudará Yahvé su confianza.
Es como árbol plantado a la vera del agua,
que junto a la corriente echa sus raíces.
No temerá cuando viene el calor,
y estará su follaje frondoso;
en año de sequía no se inquieta
ni se retrae de dar fruto.
El corazón es lo más retorcido;
no tiene arreglo: ¿quién lo conoce?
Yo, Yahvé, exploro el corazón,
pruebo los riñones,
para dar a cada cual según su camino,
según el fruto de sus obras.
La perdiz incuba lo que no ha puesto;
así es el que hace dinero, mas no con justicia:
en mitad de sus días lo ha de dejar
y a la postre resultará un necio.
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