Jeremías  2, 5-13

Así dice Yahvé:
¿Qué encontraban vuestros padres en mí de torcido,
que se alejaron de mi vera,
y yendo en pos de la Vanidad
se hicieron vanos?
En cambio no dijeron: «¿Dónde está Yahvé,
que nos subió desde Egipto,
nos llevó por el desierto,
la estepa y la paramera,
por tierra seca y sombría,
una tierra intransitada
en donde nadie se asienta?»
Luego os traje a la tierra del vergel,
para comer sus deliciosos frutos.
Llegasteis y ensuciasteis mi tierra,
y pusisteis mi heredad asquerosa.
Los sacerdotes no se decían: «¿Dónde está Yahvé?»;
ni los peritos de la Ley me conocían;
y los pastores se rebelaron contra mí,
y los profetas profetizaban por Baal,
y en pos de los Inútiles andaban.
Por eso sigo litigando con vosotros
—oráculo de Yahvé—
y hasta con los hijos de vuestros hijos litigaré.
Porque, en efecto, pasad a las islas de los Queteos y ved,
enviad a Quedar quien investigue a fondo,
pensadlo bien y ved
si aconteció cosa tal:
si las gentes cambiaron de dioses
—¡aunque aquéllos no son dioses!—.
Pues mi pueblo ha trocado su Gloria
por el Inútil.
Pasmaos, cielos, de ello,
erizaos y cobrad gran espanto
—oráculo de Yahvé—.
Doble mal ha hecho mi pueblo:
a mí me dejaron,
manantial de aguas vivas,
para hacerse cisternas,
cisternas agrietadas,
que el agua no retienen.
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