Jeremías  23, 9-14


Contra los falsos profetas.
A los profetas.
Se me partió el corazón por dentro,
estremeciéronse todos mis huesos,
me quedé como un borracho,
como aquél a quien le domina el vino,
por causa de Yahvé,
por causa de sus santas palabras.
«El país está lleno de adúlteros.
(A causa de una maldición se ha enlutado la tierra, se han secado los pastos de la estepa.)
Los hombres corren al mal,
su poder es la injusticia.
Tanto el profeta como el sacerdote se han vuelto impíos;
en mi mismo templo topé con su maldad —oráculo de Yahvé—.
Por eso su camino vendrá a ser
su despeñadero:
a la sima serán empujados
y caerán en ella.
Porque voy a traer sobre ellos una calamidad,
cuando les llegue el castigo» —oráculo de Yahvé—.
En los profetas de Samaría
he observado una locura:
profetizaban por Baal
y hacían errar a mi pueblo Israel.
Mas en los profetas de Jerusalén
he observado una monstruosidad:
fornicar y proceder con falsía,
dándose la mano con los malhechores,
sin volverse cada cual de su malicia.
Se me han vuelto todos ellos cual Sodoma,
y los habitantes de la ciudad, cual Gomorra.
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