Jeremías  35, 1-11


Ejemplo de los recabitas.
Palabra dirigida a Jeremías de parte de Yahvé, en tiempo de Joaquín, hijo de Josías, rey de Judá.
«Ve a la casa de los recabitas y les hablas. Los llevas al templo de Yahvé, a una de las cámaras, y les escancias vino.» Tomé, pues, a Jazanías, hijo de Jeremías, hijo de Jabasinías, y a sus hermanos, a todos sus hijos y a toda la casa de los recabitas, y los llevé al templo de Yahvé, a la cámara de Ben Yojanán, hijo de Yigdalías, hombre de Dios, la cual cámara está al lado de la de los jefes, y encima de la de Maasías, hijo de Salún, guarda del umbral, y presentando a los hijos de la casa de los recabitas unos jarros llenos de vino y tazas, les dije: «¡Bebed vino!» Dijeron ellos: «No bebemos vino, porque nuestro padre Jonadab, hijo de Recab, nos dio este mandato: “No beberéis vino ni vosotros ni vuestros hijos nunca jamás, ni edificaréis casa, ni sembraréis semilla, ni plantaréis viñedo, ni poseeréis nada, sino que en tiendas pasaréis toda vuestra existencia, para que viváis muchos días sobre la faz del suelo, donde sois forasteros.” Nosotros hemos obedecido a la voz de nuestro padre Jonadab, hijo de Recab, en todo cuanto nos mandó, absteniéndonos de beber vino de por vida, nosotros, nuestras mujeres, nuestros hijos y nuestras hijas, y no edificando casas donde vivir, ni poseyendo viña ni campo de sementera, sino que hemos vivido en tiendas, obedeciendo y obrando en todo conforme a lo que nos mandó nuestro padre Jonadab. Pero al subir Nabucodonosor, rey de Babilonia, contra el país, dijimos: “Venid y entremos en Jerusalén, para huir de las fuerzas caldeas y de las de Arán”, y nos instalamos en Jerusalén.»
Ver contexto