Jeremías  51, 59-64


El oráculo arrojado en el Éufrates.
Orden que dio el profeta Jeremías a Serayas, hijo de Nerías, hijo de Majsías, al partir éste de junto a Sedecías, rey de Judá, para Babilonia el año cuarto de su reinado, siendo Serayas gran chambelán. Escribió, pues, Jeremías todo el mal que había de sobrevenir a Babilonia en un libro —todas estas palabras arriba escritas acerca de Babilonia— y dijo Jeremías a Serayas: «En llegando tú a Babilonia, mira de leer en voz alta todas estas palabras, y dirás: “Yahvé, tú has hablado respecto a este lugar, de destruirlo sin que haya en él habitante, ya sea persona o animal, sino que soledad por siempre será.” Luego, en acabando tú de leer en voz alta ese libro, atas a él una piedra y lo arrojas al Éufrates, y dices: “Así se hundirá Babilonia y no se recobrará del mal que yo mismo voy a traer sobre ella.”»
Hasta aquí las palabras de Jeremías.
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