Jeremías  9, 1-8


Corrupción moral de Judá.
¡Quién me diese en el desierto
una posada de caminantes,
para poder dejar a mi pueblo
y alejarme de su compañía!
Porque todos ellos son adúlteros,
un hatajo de traidores
que tensan su lengua como un arco.
Es la mentira, que no la verdad,
lo que prevalece en esta tierra.
Van de mal en peor,
y a Yahvé desconocen.
¡Que cada cual se guarde de su prójimo!,
¡desconfiad de cualquier hermano!,
porque todo hermano pone la zancadilla,
y todo prójimo propala la calumnia.
Se engañan unos a otros,
no dicen la verdad;
han avezado sus lenguas a mentir,
se han pervertido, (incapaces de convertirse).
Fraude por fraude, engaño por engaño,
se niegan a reconocer a Yahvé.
Por eso, así dice Yahvé Sebaot:
He decidido afinarlos y probarlos;
mas ¿cómo tratar a la capital de mi pueblo?
Su lengua es saeta mortífera,
las palabras de su boca, embusteras.
Se saluda al prójimo,
pero por dentro se le pone trampa.
Y por estas acciones, ¿no les he de castigar?
—oráculo de Yahvé—;
de una nación así,
¿no voy a vengarme?
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