Job  34, 28-33

provocando ante Dios el grito del débil,
haciéndole oír el grito del pobre.
Si se queda inmóvil, ¿quién condenará?;
si esconde su rostro, ¿quién lo verá?
Pero él vela sobre hombres y países,
para evitar que reine el impío,
que el pueblo sea engañado.
Si alguien dice a Dios:
«Me arrepiento, ya no lo haré,
lo que no veo, házmelo ver,
si he obrado mal, no recaeré»,
¿debería, según tú, castigar?
¡Pero tú rechazas su criterio!
Dado que tú decides, y no yo,
haznos partícipes de tu ciencia.
Ver contexto