Josué 10, 16-43


Los cinco reyes en la cueva de Maquedá.
Aquellos cinco reyes habían huido y se habían escondido en la cueva de Maquedá. Se dio aviso a Josué: «Han sido descubiertos los cinco reyes, escondidos en la cueva de Maquedá.» Josué respondió: «Rodad unas piedras grandes a la boca de la cueva y poned junto a ella hombres que la guarden. Y vosotros no os quedéis quietos: perseguid a vuestros enemigos, cortadles la retirada, no les dejéis entrar en sus ciudades, porque Yahvé vuestro Dios los ha puesto en vuestras manos.»
Cuando Josué y los israelitas terminaron de causarles una grandísima derrota, hasta acabar con ellos, los supervivientes se les escaparon y se metieron en las plazas fuertes. Todo el pueblo volvió sano y salvo al campamento, junto a Josué, a Maquedá, y no hubo quien ladrara contra los israelitas.
Dijo entonces Josué: «Abrid la boca de la cueva y sacadme de ella a esos cinco reyes.» Así lo hicieron: le sacaron de la cueva a los cinco reyes: al rey de Jerusalén, al rey de Hebrón, al rey de Yarmut, al rey de Laquis y al rey de Eglón. En cuanto sacaron a los reyes, Josué llamó a todos los hombres de Israel y dijo a los capitanes de tropa que le habían acompañado: «Acercaos y poned vuestros pies sobre la nuca de esos reyes.» Ellos se acercaron y pusieron los pies sobre las nucas de ellos. «No tengáis miedo, les dijo Josué, ni os acobardéis; sed valientes y decididos, porque así hará Yahvé con todos los enemigos con quienes tenéis que combatir.» Acto seguido, Josué los hirió, les dio muerte y los hizo colgar de cinco árboles, de los que quedaron colgados hasta la tarde.
A la hora de la puesta del sol, a una orden de Josué, los descolgaron de los árboles y los arrojaron a la cueva en que se habían escondido, y echaron unas piedras grandes a la boca de la cueva: allí están todavía hoy.

Conquista de las ciudades meridionales de Canaán.
El mismo día Josué tomó Maquedá y la pasó a filo de espada, a ella y a su rey: los consagró al anatema con todos los seres vivientes que había en ella. No dejó escapar a nadie. Hizo con el rey de Maquedá como había hecho con el rey de Jericó.
Josué, con todo Israel, pasó de Maquedá a Libná y la atacó. Y Yahvé la entregó también, con su rey, en manos de Israel, que la pasó a filo de espada con todos los seres vivientes que había en ella: no dejó en ella ni uno solo con vida. Hizo con su rey como había hecho con el rey de Jericó.
Josué, con todo Israel, pasó de Libná a Laquis, la asedió y atacó. Yahvé entregó Laquis en manos de Israel, que la tomó al segundo día, y la pasó a cuchillo con todos los seres vivientes que había en ella, lo mismo que había hecho con Libná. Entonces Horán, el rey de Guézer, subió en ayuda de Laquis, pero Josué le derrotó a él y a su pueblo, hasta no dejar ni un superviviente.
Josué, con todo Israel, pasó de Laquis a Eglón. La sitiaron y atacaron. La tomaron aquel mismo día y la pasaron a cuchillo. Consagró al anatema aquel día a todos los seres vivientes que había en ella, lo mismo que había hecho con Laquis.
Josué subió, con todo Israel, de Eglón a Hebrón y la atacaron. La tomaron y la pasaron a cuchillo, así como a su rey, y todas sus ciudades y todos los seres vivientes que había en ella. No dejó ni un superviviente, igual que había hecho con Eglón. La consagró al anatema, así como a todos los seres vivientes que había en ella.
Entonces Josué, con todo Israel, se volvió contra Debir y la atacó. Se apoderó de ella, de su rey y de todas sus ciudades; las pasaron a filo de espada y consagraron al anatema a todos los seres vivientes que había en ella, sin dejar uno solo con vida. Como había hecho con Hebrón, así hizo con Debir y su rey, igual que había hecho con Libná y con su rey.

Recapitulación de las conquistas del Sur.
Así conquistó Josué todo el país: la montaña, el Negueb, la Tierra Baja y las laderas, con todos sus reyes, sin dejar ni un superviviente. Consagró a todos los seres vivientes al anatema, como Yahvé, el Dios de Israel, le había ordenado. Josué conquistó desde Cades Barnea hasta Gaza, y toda la región de Gosen hasta Gabaón. Se apoderó Josué de todos aquellos reyes y de sus territorios de una sola vez, porque Yahvé, el Dios de Israel, peleaba en favor de Israel. Y Josué, con todo Israel, se volvió al campamento de Guilgal.
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