Josué 9, 3-27


Engaño de los gabaonitas.
Pero los habitantes de Gabaón se enteraron de lo que había hecho Josué con Jericó y Ay, y recurrieron por su parte a la astucia. Fueron y se proveyeron de víveres, tomaron alforjas viejas para sus asnos y odres de vino viejos, rotos y recosidos; sandalias viejas y remendadas en sus pies y vestidos viejos. Todo el pan que llevaban para su alimento era seco y hecho migajas.
Fueron donde Josué, al campamento de Guilgal, y le dijeron a él y a los hombres de Israel: «Venimos de un país lejano: haced, pues, alianza con nosotros.» Los hombres de Israel respondieron a aquellos jivitas: «¿A ver si habitáis en medio de nosotros? Entonces no podemos hacer alianza con vosotros.» Respondieron a Josué: «Nosotros somos tus siervos.» Josué les dijo: «¿Quiénes sois vosotros y de dónde venís?» Le respondieron: «De muy lejana tierra vienen tus siervos, por la fama de Yahvé tu Dios, pues hemos oído hablar de él, de todo lo que ha hecho en Egipto y de todo lo que ha hecho con los dos reyes amorreos del otro lado del Jordán, Sijón, rey de Jesbón y Og, rey de Basán, que vivía en Astarot. Y nos han dicho nuestros ancianos y todos los habitantes de nuestra tierra: «Tomad en vuestras manos provisiones para el viaje, id a su encuentro y decidles: Siervos vuestros somos: haced, pues, alianza con nosotros. Este nuestro pan estaba caliente cuando hicimos provisión de él en nuestras casas para el viaje, el día en que partimos para venir a vuestro encuentro: miradlo ahora duro o hecho migajas. Estos odres de vino, que eran nuevos cuando los llenamos, se han roto; nuestras sandalias y nuestros vestidos están gastados por lo largo del camino.»
Los notables hicieron aprecio de las provisiones de ellos sin haber consultado el oráculo de Yahvé. Josué hizo las paces con ellos, hizo con ellos pacto de conservarles la vida, y los príncipes de la comunidad se lo juraron.
Sucedió que, al cabo de tres días de cerrado este pacto, supieron que vivían cerca y habitaban en medio de Israel. Los israelitas partieron del campamento y llegaron al tercer día a las ciudades de ellos, que eran Gabaón, Quefirá, Beerot y Quiriat Yearín. Los israelitas no los mataron, porque los príncipes de la comunidad se lo habían jurado por Yahvé, Dios de Israel. Pero toda la comunidad murmuró de los príncipes.

Estatuto de los gabaonitas.
Todos los príncipes declararon a la comunidad reunida: «Nosotros lo hemos jurado por Yahvé, Dios de Israel; no podemos, pues, tocarlos. Lo que hemos de hacer con ellos es: Déjalos con vida para que no venga sobre nosotros la Cólera por el juramento que hemos hecho.» Les dijeron también los príncipes: «Que vivan, pero que sean leñadores y aguadores para toda la comunidad.» Así les dijeron los príncipes. Josué los llamó y les dijo: «¿Por qué nos habéis engañado diciendo: Vivimos muy lejos de vosotros, siendo así que habitáis en medio de nosotros? Sois, pues, unos malditos y nunca dejaréis de servir como leñadores y aguadores de la casa de mi Dios.» Le respondieron a Josué: «Es que tus siervos se habían enterado de la orden que había dado Yahvé tu Dios a Moisés su siervo, de entregaros todo este país y exterminar a vuestra llegada a todos sus habitantes. Temimos mucho por nuestras vidas a vuestra llegada y por eso hemos hecho esto. Ahora, aquí estamos en tus manos: haz con nosotros lo que te parezca bueno y justo.» Así hizo con ellos, los salvó de la mano de los israelitas, que no los mataron. Aquel día los puso Josué como leñadores y aguadores de la comunidad y del altar de Yahvé hasta el día de hoy, en el lugar que Yahvé había de elegir.
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