Jueces 13, 2-7

Había un hombre en Sorá, de la tribu de Dan, llamado Manóaj. Su mujer era estéril y no había tenido hijos. El Ángel de Yahvé se apareció a esta mujer y le dijo: «Mira, eres estéril y no has tenido hijos, pero concebirás y darás a luz un hijo. En adelante guárdate de beber vino ni bebida fermentada y no comas nada impuro. Porque vas a concebir y a dar a luz un hijo. No pasará la navaja por su cabeza, porque el niño será nazireo de Dios desde el seno de su madre. Él comenzará a salvar a Israel de la mano de los filisteos.» La mujer fue a decírselo a su marido: «Un hombre de Dios ha venido donde mí; su aspecto era como el del Ángel de Dios, muy terrible. No le he preguntado de dónde venía ni él me ha manifestado su nombre. Pero me ha dicho: Vas a concebir y a dar a luz un hijo. En adelante no bebas vino ni bebida fermentada y no comas nada impuro, porque el niño será nazireo de Dios desde el seno de su madre hasta el día de su muerte.»
Ver contexto