Levítico 14, 21-31

«Si es pobre y no tiene suficientes recursos, tomará un cordero como sacrificio de reparación, como ofrenda de balanceo, para hacer expiación por él, y además, como oblación, una décima de flor de harina amasada con aceite, un cuartillo de aceite y dos tórtolas o dos pichones, según sus posibilidades, uno como sacrificio por el pecado y otro como holocausto. Al octavo día, los llevará al sacerdote, a la entrada de la Tienda del Encuentro, delante de Yahvé, para su purificación. El sacerdote tomará el cordero del sacrificio de reparación y el cuartillo de aceite, y ejecutará con ellos el rito de balanceo ante Yahvé. Inmolará el cordero del sacrificio de reparación, y el sacerdote tomará sangre de la víctima de reparación y untará el lóbulo de la oreja derecha del que se purifica, el pulgar de su mano derecha y el dedo gordo de su pie derecho. Luego derramará parte del aceite sobre la palma de su mano izquierda; con un dedo de su mano derecha hará ante Yahvé siete aspersiones con el aceite que tiene en la palma de la mano izquierda, untará con el aceite que tiene en su mano el lóbulo de la oreja derecha del que se purifica, el pulgar de su mano derecha y el dedo gordo de su pie derecho, encima de la sangre de la víctima de reparación. Derramará el resto del aceite que le quede en la mano sobre la cabeza del que se purifica, haciendo expiación por él ante Yahvé. Luego ofrecerá una de las tórtolas o de los pichones, según las posibilidades, uno como sacrificio por el pecado, y otro como holocausto, además de la oblación. De este modo el sacerdote hará expiación ante Yahvé por aquél que se purifica.
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