Lucas 1, 68-75

« Bendito el Señor Dios de Israel
porque ha visitado y redimido a su pueblo, y nos ha suscitado una fuerza salvadora
en la casa de David, su siervo, como había prometido desde antiguo,
por boca de sus santos profetas, que nos salvaría de nuestros enemigos
y de la mano de
todos los que nos odian teniendo misericordia con nuestros padres
y recordando su santa alianza el juramento que juró
a Abrahán nuestro padre,
de concedernos que, libres de manos enemigas,
podamos servirle sin temor en santidad y justicia
en su presencia todos nuestros días.
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