Miqueas 3, 1-11


Contra los jefes que oprimen al pueblo.
Pero yo digo:
Escuchad, jefes de Jacob,
y dirigentes de la casa de Israel:
¿No os corresponde conocer el derecho?
Pero vosotros odiáis el bien
y amáis el mal,
arrancáis la piel de encima,
y la carne de los huesos.
Los que han comido
la carne de mi pueblo,
han arrancado su piel,
han roto sus huesos
y lo han despedazado
como carne en el caldero,
como tajadas en la olla,
clamarán a Yahvé,
pero él no les responderá:
entonces les esconderá su rostro
por los crímenes que cometieron.

Contra los profetas corruptos.
Esto dice Yahvé contra los profetas
que extravían a mi pueblo,
los que, mientras mastican con sus dientes,
gritan: «¡Paz!»,
pero a quien no pone nada en su boca
le declaran la guerra santa.
Por eso tendréis noche sin visiones
y oscuridad sin presagios;
¡se pondrá el sol para los profetas,
el día se oscurecerá sobre ellos!
Los videntes se verán abochornados,
los adivinos quedarán en ridículo;
y todos se taparán la barba,
porque Dios no responde.
Yo, en cambio, estoy lleno de fuerza,
de espíritu de Yahvé,
de justicia y de valor
para denunciar a Jacob su delito
y a Israel su pecado.

A los dirigentes: anuncio de la ruina de Sión.
Escuchad esto,
jefes de la casa de Jacob
y dirigentes de la casa de Israel,
que aborrecéis la justicia
y torcéis todo el derecho,
que edificáis a Sión con sangre
y a Jerusalén con crímenes.
Sus jefes juzgan con soborno,
sus sacerdotes enseñan a sueldo,
sus profetas vaticinan por dinero,
y se apoyan en Yahvé diciendo:
«¿No está Yahvé en medio de nosotros?
¡No nos alcanzará ningún mal!»
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