Numeros  5, 11-31


La oblación de los celos.
Yahvé dijo a Moisés: «Di a los israelitas: Cualquier hombre cuya mujer se haya desviado y le haya engañado (ha dormido con ella un hombre con relación carnal, a ocultas del marido; ella se ha manchado en secreto, no hay ningún testigo, no ha sido sorprendida); si el marido es atacado de celos y recela de su mujer, la cual efectivamente se ha manchado; o bien le atacan los celos y se siente celoso de su mujer, aunque ella no se haya manchado; ese hombre llevará a su mujer ante el sacerdote y presentará por ella la ofrenda correspondiente: una décima de medida de harina de cebada. No derramará aceite sobre la ofrenda, ni le pondrá incienso, pues es «oblación de celos», oblación conmemorativa para recordar una falta.
«El sacerdote presentará a la mujer y la pondrá delante de Yahvé. Echará luego agua corriente en un vaso de barro y, tomando polvo del pavimento de la Morada, lo esparcirá sobre el agua. Pondrá el sacerdote a la mujer delante de Yahvé, le descubrirá la cabeza y pondrá en sus manos la oblación conmemorativa, o sea, la oblación de los celos. El sacerdote tendrá en sus manos las aguas de amargura y maldición.
«Entonces el sacerdote conjurará a la mujer y le dirá: “Si no ha dormido un hombre contigo, si no te has desviado ni manchado desde que estás bajo la potestad de tu marido, sé inmune a estas aguas de amargura y maldición. Pero si, estando bajo la potestad de tu marido, te has desviado y te has manchado, durmiendo con un hombre distinto de tu marido...” El sacerdote entonces proferirá sobre la mujer este juramento, y dirá el sacerdote a la mujer: “...Que Yahvé te ponga como maldición y execración en medio de tu pueblo, que haga languidecer tus caderas e infle tu vientre. Que entren estas aguas de maldición en tus entrañas, para que inflen tu vientre y hagan languidecer tus caderas”. Y la mujer responderá: ¡Amén, amén!
«Después el sacerdote escribirá en una hoja estas imprecaciones y las borrará con las aguas amargas. Hará beber a la mujer las aguas amargas de maldición, y entrarán en ella las aguas amargas de maldición.
«El sacerdote tomará entonces de la mano de la mujer la oblación de los celos, balanceará la oblación delante de Yahvé y la presentará en el altar. El sacerdote tomará de la oblación un puñado, el memorial, y lo quemará sobre el altar, y le hará beber a la mujer las aguas. Cuando le haga beber de las aguas, si la mujer está manchada y de hecho ha engañado a su marido, cuando entren en ella las aguas amargas de maldición, se inflará su vientre, languidecerán sus caderas y será mujer de maldición en medio de su pueblo. Pero si la mujer no se ha manchado, sino que es pura, estará exenta de toda culpa y tendrá hijos.
«Éste es el rito de los celos, para cuando una mujer, después de estar bajo la potestad de su marido, se haya desviado y manchado; o para cuando un hombre, atacado de celos, recele de su mujer: entonces pondrá a su mujer en presencia de Yahvé y el sacerdote realizará con ella todo este rito. El marido estará exento de culpa, y la mujer cargará con la suya.»
Ver contexto