Oseas  2, 2-13

Se juntarán los hijos de Judá y los hijos de Israel en uno,
se nombrarán un solo jefe
y desbordarán de la tierra,
porque será grande el día de Yizreel.
Decid a vuestros hermanos: «Mi-pueblo»,
y a vuestras hermanas: «Compadecida».

Yahvé y su esposa infiel.
¡Pleitead con vuestra madre, pleitead,
porque ella ya no es mi mujer,
y yo no soy su marido!
¡Que quite de su rostro sus prostituciones
y de entre sus pechos sus adulterios,
no sea que yo la desnude toda entera
y la deje como el día en que nació,
la convierta en desierto,
la reduzca a tierra árida
y la haga morir de sed!
No me compadeceré de sus hijos,
porque son hijos de prostitución.
Pues su madre se ha prostituido,
se ha deshonrado la que los concibió,
cuando decía: «Me iré detrás de mis amantes,
los que me dan mi pan y mi agua,
mi lana y mi lino, mi aceite y mis bebidas.»
Por eso, yo cerraré su camino con espinos,
la cercaré con seto y no encontrará más sus senderos;
perseguirá a sus amantes y no los alcanzará,
los buscará y no los hallará.
Para que diga: «Voy a volver a mi primer marido,
que entonces me iba mejor que ahora.»
No sabía ella que era yo
quien le daba el trigo, el mosto y el aceite virgen,
¡yo le multiplicaba la plata,
y el oro lo empleaban en Baal!
Por eso volveré a tomar mi trigo a su tiempo
y mi mosto en su estación,
retiraré mi lana y mi lino
con que cubría su desnudez.
Y ahora descubriré su vergüenza
a los ojos de sus amantes,
y nadie la librará de mi mano.
Acallaré todo su alborozo,
sus fiestas, sus novilunios, sus sábados,
y todas sus solemnidades.
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