Proverbios 6, 24-35

Te protegerán de la mujer perversa,
de la lengua melosa de la extraña.
No te dejes seducir por su hermosura,
no te dejes cautivar por sus miradas.
Pues la prostituta se contenta con una hogaza de pan,
pero la casada va a la caza de una persona de valía.
¿Puede alguien llevar fuego en su pecho
sin quemarse la ropa?
¿Puede alguien caminar sobre ascuas
sin abrasarse los pies?
Igual le sucede al que se acerca a la mujer del prójimo:
nadie que la toque quedará impune.
No se desprecia al ladrón cuando roba,
estando hambriento, para llenar el estómago.
Si lo sorprenden, pagará siete veces más,
y tendrá que dar todos los bienes de su casa.
Pero el adúltero es un insensato;
quien así actúa arruina su vida;
tendrá que soportar palos e insultos
y no podrá enmendar su infamia.
Porque los celos enfurecerán al marido,
y será implacable a la hora de vengarse.
No admitirá ninguna indemnización,
ni la aceptará, aunque aumentes la oferta.
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