Romanos  7, 7-13


B. EL HOMBRE PECADOR FUERA DE CRISTO
Función de la ley en el pasado.
¿Qué decir, entonces? ¿Que la ley es pecado? ¡De ningún modo! Sin embargo yo no conocí el pecado sino por la ley. De suerte que yo hubiera ignorado la concupiscencia si la ley no dijera: ¡No te des a la concupiscencia! Mas el pecado, aprovechándose del precepto, suscitó en mí toda suerte de concupiscencias; pues sin ley el pecado estaba muerto. ¡Vivía yo un tiempo sin ley!, pero en cuanto sobrevino el precepto, revivió el pecado, y yo morí; y resultó que el precepto, dado para vida, me causó muerte. Porque el pecado, aprovechándose del precepto, me sedujo, y por él, me dio muerte. Así que, la ley es santa, y santo el precepto, y justo y bueno. Luego ¿se ha convertido lo bueno en muerte para mí? ¡De ningún modo! Sino que el pecado, para aparecer como tal, se sirvió de una cosa buena, para procurarme la muerte, a fin de que el pecado ejerciera todo su poder de pecado por medio del precepto.
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