Sabiduría 14, 1-7

Otro, dispuesto a embarcar para cruzar el mar bravío,
invoca a un madero más frágil que la nave que lo lleva.
A ésta la inventó el afán de lucro
y la construyó la sabiduría como artífice;
pero es tu providencia, Padre, quien la guía,
pues también en el mar abriste un camino
y una senda segura entre las olas,
demostrando así que puedes salvar de todo peligro
para que hasta el inexperto pueda embarcarse.
No quieres que las obras de tu Sabiduría queden estériles;
por eso, los hombres confían sus vidas a un insignificante madero,
cruzan el oleaje en una balsa y arriban sanos y salvos.
Ya en los comienzos, cuando los soberbios gigantes perecían,
la esperanza del mundo se refugió en una balsa
que, pilotada por tu mano, legó al mundo una semilla de vida.
Bendito, pues, el madero con el que se hace justicia:
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