Sabiduría 16, 20-22

A tu pueblo, por el contrario, lo alimentaste con manjar de ángeles
y les mandaste desde el cielo un pan preparado sin fatiga,
que producía gran placer y satisfacía todos los gustos.
Este sustento mostraba tu dulzura para con tus hijos,
pues se adaptaba al gusto del que lo tomaba
y se transformaba en lo que cada uno quería.
Nieve y hielo resistían al fuego sin fundirse,
para que supieran que el fuego destruía las cosechas de sus enemigos,
ardiendo entre el granizo y resplandeciendo entre la lluvia.
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